28.6.13

Las circunstancias tienen la facultad de desanimarnos

a su modo cuando tratamos de hacer la obra del Señor. La incredulidad siempre nos roba las bendiciones de Dios.

No es suficiente hacer la obra de Dios

debemos hacerla con manos limpias y corazón puro. El pecado no confesado es uno de los obstáculos más grandes para realizar la obra del Señor.

La fe es confiar en Dios

sin artimañas y el creyente que anda por fe no tiene que recurrir a planes y ardides para influir o complacer a otros.