3.12.10

Predica en Audio: Dios está contando contigo

Mar 16:15  Y les dijo:  Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.






ANUNCIAR LAS BUENAS NUEVAS

Anuncien la Buena Nueva a toda la creación. Es la semilla que se sembrará en el mundo y producirá frutos a su debido tiempo en todos los campos de la actividad humana. Los que se salvan no son , ni tampoco individuos aislados. Los que han sido renovados por el bautismo anuncian el Evangelio a la creación en todas sus actividades y trabajos, siendo el fermento que transforma la historia de la humanidad.

Las pruebas de la verdad del evangelio son tan completas que los que no las aceptan, pueden ser justamente reprendidos por su incredulidad. Nuestro bendito Señor renueva la elección de los once como apóstoles suyos y les encarga la misión de ir a todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura. Sólo el que es verdadero cristiano será salvo por medio de Cristo. Simón el mago profesó creer, y fue bautizado, pero se declaró que estaba en los lazos de la iniquidad: léase su historia en Hechos viii, Vv. 13-15. Sin duda esta es una declaración solemne de la fe verdadera que recibe a Cristo en todos sus caracteres y oficios, y para todos los propósitos de la salvación, y produce su buen efecto en el corazón y la vida; no el simple asentimiento, que es fe muerta y no da provecho. La comisión de los ministros de Cristo se extiende a toda criatura de todo el mundo, y las declaraciones del evangelio contienen no sólo verdades, exhortaciones y preceptos, sino también advertencias temibles. Osérvese con qué poder fueron dotados los apóstoles, para confirmar la doctrina que iban a predicar. Estos fueron milagros para confirmar la verdad del evangelio, y medios para difundirlo en las naciones que no lo habían oído.

   EL NOMBRE DE JESUS   Al resucitar Jesús, su naturaleza humana empieza a participar plenamente de la gloria divina. Jesús es ahora Hijo de-Dios-con-poder (Rom 1,4), y nos pide que creamos en su Nombre o sea, en el poder divino que acaba de recibir y que actúa en él.   El Nombre es un término que significa poco para nosotros, pero para los judíos significaba la presencia activa de Dios. Este término permitía hablar de la presencia misteriosa de Dios sin desmedro de su grandeza. Por ejemplo, la Biblia no dice que Dios caminaba con los hebreos hacia la Tierra Prometida (sabemos que Dios no va caminando); en cambio dice que su Nombre (Núm 6,27) o su Rostro (Ex 33,15), o su Angel (Ex 23,23) estaba en medio de ellos. Dios no podía encerrarse en un Templo de piedras, pero la Biblia decía que su Nombre residía en aquel lugar para bendecir desde allí todas las actividades de su pueblo (1 R 8,27 y 29).   El Nombre pues, significaba el poder o la presencia divina. Y Pablo dice que Jesús resucitado ha recibido un Nombre que supera todo otro nombre (Fil 2,9). Dios Padre se lo ha comunicado, y Jesús, que lo recibe del Padre, no es menos que él todo lo que es del Padre es ahora suyo. Jesús no recibe solamente un título o una gloria divina, pues la Gloria divina no podría darse a ningún otro que a Dios; si él recibe un título divino (ya anunciado en Is 9,5), es porque en realidad ya había recibido del Padre la Divinidad, o sea, su mismo Ser divino.   Jesús, pues, es Dios igual que el Padre, pero lo es de un modo diferente, porque todo lo recibe del que todo lo tiene. Por eso también está escrito que su Nombre es El Hijo (Heb 1,4). Y cuando nos dirigimos al Padre invocando el Nombre de Jesús, esto significa mucho más que ampararnos con sus méritos (Heb 5,9) o valernos de su poderosa intercesión (Heb 7,25); en el Nombre de Jesús nos presentamos como hijos, sabiendo que Dios nos abraza en el mismo amor paterno que tiene a su muy Amado (Ef_1,6).   En adelante el Señor Jesús somete poco a poco, con poder divino, la historia de los hombres y el recorrido personal de cada uno de nosotros. Los discípulos son enviados al mundo para sanarlo y santificarlo. Los milagros y sanaciones, cuya importancia se enfatiza en este párrafo, no son el fin, sino señales y medios; el fin de la evangelización es que toda la creación se reúna en torno a la Persona del Hijo de Dios hecho hombre, por obra de su Espíritu. .   Estas señales acompañarán a los que crean (17). Los Hechos de los Apóstoles relatan algunas de estas señales y milagros en los primeros años de la Iglesia. Hoy se siguen verificando, con otras más, en todos los lugares en que los cristianos toman en serio su misión de evangelizar a la creación.